
Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y SpaceX, coincidió con una audaz predicción de que cada hogar estadounidense de clase media tendrá un robot doméstico para el año 2030.
Incluso, para el dueño de Tesla, en los próximos siete años cada hogar de clase media en los Estados Unidos contará con un robot.
Sin embargo, quien brindó esta afirmación, compartida por el magnate, fue el inversor Jason Calacanis.
Aunque para muchos signifique un visión poco comprobable, lo cierto es que ya hubo avances al respecto.
A principios de 2024, Musk confirmó la venta del robot Humanoide Optimus y su anuncio ya genera expectativa en los usuarios.
Sobre el robot Humanoide
El robot Optimus de Tesla es solo uno de los varios robots humanoides emergentes, que se suman a otros como Atlas de Boston Dynamics, Figure 01 de Figure AI, Phoenix de Sanctuary AI y muchos otros.
Por lo general, toman la forma de una plataforma bípeda que es capaz de caminar y, a veces, saltar, junto con otras hazañas atléticas.
En la parte superior de esta plataforma se pueden montar un par de brazos y manos robóticos que son capaces de manipular objetos con distintos grados de destreza y sensibilidad táctil.
Detrás de los ojos se esconde una inteligencia artificial diseñada para planificar la navegación, reconocer objetos y realizar tareas con ellos.
Los usos más habituales para estos robots son las fábricas, para realizar tareas repetitivas, sucias, aburridas y peligrosas, y para trabajar junto a humanos, de forma colaborativa, por ejemplo, para cargar una escalera juntos.
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También se propone su uso en puestos de trabajo en el sector de servicios, tal vez sustituyendo a la actual generación de robots de servicio más utilitarios, que sirven de “recepción y saludo” y de “guías turísticos”.
Los retos del robot humanoide
Existen numerosos desafíos de ingeniería, como lograr una locomoción bípeda flexible en diferentes terrenos.
Los humanos tardaron unos cuatro millones de años en lograrlo, por lo que la situación actual en cuanto a robots humanoides es bastante impresionante.
Pero los humanos aprenden a combinar un conjunto complejo de capacidades sensoriales para lograr esta hazaña.
De la misma manera, manipular con destreza objetos de todo tipo de formas, tamaños, pesos y niveles de fragilidad resulta una tarea complicada con los robots, aunque se han producido avances significativos, como las hábiles manos de la empresa británica Shadow Robot.
En comparación con el cuerpo humano, que está cubierto por una piel suave y flexible que detecta y se adapta continuamente al mundo, las capacidades táctiles de los robots se limitan a unos pocos puntos de contacto, como las puntas de los dedos.
Los ajustes pendientes
Para pasar de la automatización de tareas específicas en las líneas de montaje de las fábricas a la improvisación de tareas generales en un mundo dinámico, se requiere un mayor progreso en materia de inteligencia artificial, así como en capacidades mecánicas y de detección.
Por último, si se pretende que un robot parezca humano, se espera que también tenga que comunicarse con nosotros como un ser humano, tal vez incluso responder emocionalmente.
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Sin embargo, aquí es donde las cosas pueden ponerse realmente complicadas, porque si nuestros cerebros, que han evolucionado para reconocer elementos no verbales de la comunicación, no perciben todas las microexpresiones que se interpretan a un nivel subconsciente, el robot humanoide puede parecer positivamente espeluznante.
Estos son solo algunos de los principales desafíos de investigación que ya están poniendo a prueba a las comunidades de investigadores en robótica e interacción entre humanos y robots en todo el mundo.
También existe la limitación adicional de implementar robots humanoides en nuestro mundo real, cambiante y ruidoso, con lluvia, polvo y calor. Se trata de condiciones muy diferentes a aquellas en las que se prueban.
Integrar la tecnología
Un argumento es que hemos adaptado gradualmente nuestro mundo para que se ajuste al cuerpo humano.
Por ejemplo, nuestros edificios y ciudades están construidos en gran medida para adaptarse a nuestra forma física.
Por lo tanto, una opción obvia es que los robots también adopten esta forma.
Sin embargo, hay que decir que los entornos y las herramientas que construimos a menudo presuponen un cierto nivel de fuerza, destreza y capacidad sensorial que pone en desventaja a un gran número de personas, incluidas las discapacitadas.
Tal vez los expertos se podrían considerar a los robots como parte del mundo que necesitamos crear y que se adapte mejor a la diversidad de cuerpos humanos.
Podríamos dedicar más esfuerzos a integrar tecnologías robóticas en nuestros edificios, muebles, herramientas y vehículos, haciéndolos más inteligentes y adaptables, de modo que sean más accesibles para todos.
Es sorprendente cómo la actual generación de robots de formas limitadas no logra reflejar la diversidad de los cuerpos humanos.